El posicionamiento por satélite y la navegación digital se han integrado perfectamente en nuestra vida cotidiana. Y aunque algunos piensen que podemos arreglárnoslas con los anticuados mapas de papel, lo cierto es que la mayoría de nosotros dependemos en gran medida de los mapas digitales para llegar del punto A al punto B. Galileo, el Sistema Mundial de Navegación por Satélite (GNSS) propio de Europa, proporciona información de navegación precisa y actualizada a casi cuatro mil millones de dispositivos en todo el mundo.
Pero además de ayudarle a desplazarse al trabajo o a evitar perderse cuando va de mochilero, Galileo respalda las operaciones diarias de una amplia gama de industrias como el transporte, la logística, las telecomunicaciones y la energía.
En este Observador, nos adentraremos en las complejidades de Galileo, descubriendo sus componentes, los pasos que se dieron para ponerlo en marcha y las formas impactantes en que ha mejorado la vida de millones de personas en Europa y en todo el mundo.
¿Qué es Galileo?
Galileo no es sólo un sistema de satélites: es la respuesta de Europa a la evolución de la demanda mundial de navegación y a la necesidad crítica de evitar la dependencia de otro continente para servicios fundamentales para las infraestructuras y la vida cotidiana. Galileo es uno de los cuatro Sistemas Mundiales de Navegación por Satélite existentes, los otros tres son el GPS estadounidense, el GLONASS ruso y el Beidou chino.
El sistema Galileo consta de satélites en órbita y varias estaciones terrestres desplegadas estratégicamente por todo el planeta. Los satélites Galileo están situados en tres planos orbitales a una altitud de 23.222 km en órbita terrestre media (MEO), lo que garantiza una cobertura mundial continua 24 horas al día, 7 días a la semana.